Blogia
denerciat

Sobre la estulticia en política

Ayer estuve viendo la inauguración de la convención demócrata en los Estados Unidos, donde se ha de confirmar la postulación de John Kerry para las elecciones presidenciales que se celebrarán en noviembre. Pero en lo que me fijé no era en el contenido de lo que allí se debatía, sino en la forma. Cada vez que uno de los oradores en la tribuna decía algo la gente prorrunpía en aplausos, gritos y desaforadas muestras de entusiasmo. Pues bien, esa es, justamente, la forma en que, en una democracia, no se han de discutir las cosas. Bien visto lo cierto es que allí no se debatía absolutamente nada, todo está ya decidido. Pero un colectivo que se dice democrático, debería discutir sus asuntos de otra forma. En una democracia, se hacen propuestas a la mayoría, se argumenta a favor de la propuesta, o en contra, según el caso, de la forma más racional posible, y todo ello en el ambiente más calmado, relajado que se pueda, sin estridencias. Finalmente las propuestas se someten a votación, y se aprueban o se rechazan. Pero convertir el democrático debate de ideas a una sucesión casi ininterrumpida de gritos y aplausos es reducirlo hasta dejarlo convertido en una caricatura de sí mismo. Igualmente, admirar a una persona puede ser correcto, si merece tal admiración, aunque eso es algo muy subjetivo, pero adorar a alguien, convertirlo en un ídolo, y encima hacerlo sólo por ser quién es, es síntoma de estupidez. Si lo que dice alguien nos convence, si lo vemos acertado, cumplimos con votar a su favor, si se postula para algo, incluso proponerlo si llega el caso, pero dedicarse a aparatosas muestras de pública adhesión, sin más, denota estulticia. Personalmente prefiero los debates calmados, en los que sflore la inteligencia, la habilidad del orador, incluso, si llega el caso, puedo admirar a alguien que logre convencer a otros de que es bueno para ellos algo que, objetivamente, les perjudica, engañarlos para decirlo claro. Pero no me gustan esos mítines de apoyo incondicional, esa especie de paseos triunfales, de baños de multitudes a los que,de vez en cuando, se someten nuestros políticos. Más bien son síntomas de degradación de la democracia. Además, las decisiones de la mayoría deberían ser posteriores al debate, no previas. Por eso, en mi opinión, debate y discusión si, adhesiones prejuzgadas, apoyos sin condición, no.

0 comentarios